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Delfín II, río Amazonas

Y llegó el día, como dicen los cuentos, en que la embarcación dio inicio a su fascinante recorrido por el Amazonas. La aventura empezó tomando como vía principal el río Ucayali. Mientras se deslizaba sobre las aguas, la nave era observada por innumerables aves, monos, ronsocos, otorongos, tarántulas y otras especies de la selva. Todos ellos, algunos más acostumbrados que otros a esta intromisión del hombre, miraban atentamente el movimiento de este crucero y sus tripulantes. Por un lado, los visitantes no podían creer lo tranquila que era la selva y sus miles de colores, donde de tanto en tanto aparecían osos perezosos colgados en un árbol o bandadas de aves amarillas y rojas volando de un árbol a otro.

Por obvias razones, las personas se contentaban con detalles tan simples, pero poco comunes para quienes están acostumbrados al cemento y la contaminación, como una tarántula en un tronco o un caimán nadando en medio de la oscuridad, ambos aparentemente posando para las cámaras de los foráneos. Es decir, la convivencia era buena. Los visitantes se maravillaban con todo lo que los rodeaba y los anfitriones los recibían amablemente para dejarles el mejor recuerdo. Esto que podría parecer un cuento ocurre en el Pacaya Samiria, la segunda área natural protegida más grande del Perú y la zona protegida de bosque inundable más extensa de la Amazonía. Navegar por esta zona del país, de donde no dan ganas de salir nunca, hace esta vivencia imborrable.

SOBRE EL DELFÍN
Navegar en el río es totalmente distinto a hacerlo en el mar. Acá es mucho más tranquilo, por lo que el viajero no sufre mareos. Y hacerlo en una embarcación de lujo, como el Delfín II, lo hace más cómodo. Abrir los ojos y ver lo apacible e inmóvil que siempre parece la selva al lado del río Ucayali, bañarte en una ducha española y desayunar un buffet de comida selvática, tener un excelente guiado bilingüe por toda la selva, tomar tragos exóticos a cualquier hora del día para refrescar los más de 30 grados centígrados, descansar en las hamacas a media noche mirando el cielo que parece bombardearte con las estrellas y disfrutar de la excelente comida gourmet que hay en el Delfín II, complementa a la perfección un viaje que debe hacerse por lo menos una vez en la vida. En este crucero estará muy cómodo, no le faltará nada, será atendido como en su casa y conocerá y saboreará con extremado gusto la enorme variedad de alimentos que la selva nos proporciona. Por ejemplo, ¿sabía que el camu camu tiene 80 o 100 veces más vitamina C que cualquier otro cítrico? ¿Conoce cómo es esta fruta? ¿Ha probado un cebiche de dorado? Cosas como esta lo harán gozar de este viaje como pocos.

Durante todas las actividades que realizará dentro y fuera del crucero tendrá la clase de ciencias naturales más larga e interesante. Aprenderá de todo. La ecología del lugar, con sus 449 especies de aves, 102 especies de mamíferos, 69 especies de reptiles, 58 de anfibios y 256 de peces funciona a la perfección y la convivencia entre sus especies es sorprendente. Simbiosis total. Algunas aves usan el nido de las termitas para incubar sus huevos y tenerlos protegidos de los depredadores. Otras arman los suyos cerca de los nidos de las avispas para que estas las defiendan de los tucanes. ¿Saben algo del mono fraile? Pues este tiene sus amigas aves que le avisan cuando puede estar en peligro para que escape por los árboles.

Y para que no sea solo una hermosa historia que alguien le contó, vaya al Pacaya Samiria y viva la experiencia de selva total, tan alucinante como para fantasear con mucho más que un cuento natural.

Por: Jack Lo Lau