Febrero marca el inicio de las fiestas de carnavales en el Perú, un momento que celebra la tradición y refuerza la identidad de nuestra cultura, así como la demostración de alegría y color de nuestro país reflejada en sus calles mediante distintos desfiles, danzas, música y juegos.
Si bien la coyuntura actual ocasionada por la pandemia del Covid-19 genera que las regiones tengan que evaluar hasta último momento la realización de estas festividades, Civitatis, la empresa líder en la venta de visitas guiadas, excursiones y free tours en español por todo el mundo, comparte algunas de las principales fiestas y datos característicos a tener en cuenta para los turistas.
Historia de los Carnavales
El Carnaval es una fiesta popular que se celebra anualmente 40 días antes de la cuaresma católica, por ello que usualmente se realiza entre los meses de febrero y marzo. Esta fiesta inició como una despedida a las conductas irreverentes y placeres terrenales que durante la cuaresma estaban prohibidas y se debía guardar un comportamiento más sobrio y decoroso.
Si bien fue una costumbre traída por los conquistadores españoles, en el Perú también existía una tradición andina similar con danzas y el uso de máscaras, dando así paso a una fusión de costumbres mestizas que continúan hasta hoy.
Carnavales en Perú
En la actualidad son 10 los carnavales declarados Patrimonio cultural de la Nación, entre los cuales tenemos:
- Carnaval de Ayacucho,
- Carnaval de Santiago de Pupuja, en Puno.
- Carnaval de San Pablo, en Cusco.
- Carnaval de Abancay.
- Carnaval de Marco, en Junín.
- Carnaval de Churcampa, en Huancavelica.
- Carnaval de Tinkuy, en Huánuco.
- Carnaval de Ichuña, en Moquegua.
- Carnaval de Wapululus, en Puno
- Carnaval de Jaujino, en Junin.
- Carnaval de Cajamarca
Cajamarca es considerada la capital del carnaval peruano, y su carnaval es de las festividades más importantes de la región, donde todos sus habitantes reciben con los brazos abiertos a los turistas con bailes, disfraces y carros alegóricos.
El climax de la festividad va de la mano con el ingreso del “Ño Carnavalón”, personaje de cabeza grande que representa el adiós a las malas vibras y tiene el propósito de agasajar a los asistentes al ritmo de bailes y músicas. Durante su recorrido se lanzan baldes de agua y pinturas a los asistentes. En su despedida o entierro, el también llamado “Rey Momo”, deja su herencia con mensajes sarcasticos y herencias a personas reconocidas del lugar.
Carnaval de Ayacucho
El carnaval ayacuchano, declarado patrimonio cultural de la Nación el 2003, es en donde la población expresa con mayor euforia toda su tradición, así como su creatividad mediante diversos bailes y comparsas.
Ayacucho incorpora su tradición popular e historíca al carnaval proveniente de Europa, donde las costumbres andinas conmemoran y rinden tributo a la Pachamama o “Madre Tierra” con mucha alegría. Aquí también participa el “Ño Carnavalón”, cuyo ataúd se traslada por las principales calles de la ciudad hasta llegar a la plaza de armas, donde se expone su testamento mediante frases divertidas.
Carnaval Abanquino
El Carnaval de Abancay es parte de las fiestas prehispánicas en manera de agradecimiento por los suministros de agua donde se veneraban siete arroyos que fluyen desde el Ampay hasta el Valle de Abancay. Esta celebración estaba relacionada con la llegada de los primeros frutos agrícolas del año y se usaban como ofrendas a los dioses, en agradecimiento a la Pacha Mama.
Las celebraciones comienzan con el Lanzamiento del carnaval de Abancay y el tradicional concurso de Zapateo. Existen también eventos similares a otras regiones como la elección de la señorita del carnaval y ventas de trajes típicos. Sin embargo, la actividad característica es la esperada “yunza” donde los participantes, provistos de un hacha o machete, intentan derribar un árbol adornado con serpentinas, globos, y regalos en sus ramas. Son las parejas de la localidad quienes están a cargo de derribar los árboles y capturar los objetos que están allí.
En cada una de las regiones del Perú los visitantes pueden apreciar y disfrutar de la alegría de los carnavales locales, así como aprender con el contenido histórico que estos conllevan mediante sus varias expresiones como bailes, trajes típicos, desfiles, entre otros.