Desde las señales para ubicar La Meca hasta tecnología de punta fueron algunos de los pedidos. Las delegaciones expresaron su satisfacción por las atenciones recibidas en el país.
No solo nuestros policías y funcionarios de protocolo de la Cancillería peruana tuvieron un arduo trabajo en estos días de cumbre. Los administradores y el personal de los hoteles que albergaron a las delegaciones extranjeras han tenido que atender, con mucho ingenio y paciencia, necesidades nunca antes vistas en nuestra capital.
Habitaciones con señalización para poder ubicar La Meca o restaurantes que ofrecieran comida sin cerdo ni alcohol son algunos de los pedidos que presentaron las delegaciones de Indonesia, Malasia o Brunei.
Otras, como las japonesas, fueron exigentes con los requerimientos tecnológicos, mientras que las demás (mexicanas o chinas) se conformaron con pedir dietas más acordes con sus sabores tradicionales.
Según explicó a la agencia EFE Henry Aguilar, encargado de atender a los visitantes del lujoso hotel Meliá, lo más complicado fue la delegación indonesia: hubo que señalizar cada una de sus habitaciones con la dirección a la “alquibla”, es decir, la orientación a La Meca, hacia donde los musulmanes deben mirar para rezar.
Pero no fue una tarea fácil. Todos los encargados del hotel se preguntaban ¿y dónde queda La Meca? Tuvieron que solicitar la ayuda de un operario de la embajada indonesia que se trajo una brújula para ubicar la “alquibla”.
Luego llegó la cuestión de la comida: un musulmán nunca puede comer carne de cerdo ni aceptar comida cocinada o servida en vajilla que antes haya tenido cerdo. Igual sucede con el alcohol.
Esto ya era demasiado para el personal hotelero. La deferencia solo se aplicó al presidente indonesio Susilo Bambang y su séquito más inmediato, para quienes se compró vajilla y menaje de cocina nuevos. El resto de los indonesios tuvieron que contentarse con comer comida sin cerdo.
DÍAS EN LIMA. Pero no todos los invitados musulmanes tuvieron la suerte de ser atendidos en sus necesidades. Otros, como periodistas o funcionarios de menor rango, se vieron obligados a idear sus propias soluciones.
Una periodista de un país asiático, que no quiso dar su nombre a la agencia EFE, llegó a Lima equipada con un kit propio: su brújula para marcar La Meca y paquetes de comida precocinada ‘halal’ (permitida por el islam) porque no confiaba en la comida peruana, “ya que siempre puede haber cerdo o restos”.
La reportera, que se cubre la cabeza con un velo, harta de comer comida empaquetada, buscó por Internet un restaurante árabe y encontró uno en Miraflores, pero cuando se presentó allí y preguntó si la comida seguía los preceptos del islam, los encargados la miraron atónitos. Y, por supuesto, se marchó.
Su colega Dewi Mardiani, de Indonesia, fue un poco más práctica. Para saber la dirección de La Meca, miraba hacia donde salía el sol y luego calculaba a ojo dónde queda el suroeste. En cuanto a la comida, no preguntaba, porque aseguraba que el Corán (o la versión que ella conoce) autoriza a un musulmán a alimentarse con lo que tenga a mano cuando el hambre aprieta.
Si la primera tomaba una toalla de hotel (escrupulosamente limpia) como alfombra para los rezos, la segunda se contentaba con extender unos periódicos por el suelo, pues aseguraba que la única obligación para un musulmán es marcar una separación entre sus pies y el suelo.
Y mientras que unos tenían requerimientos religiosos, otros, como los japoneses, insistieron en sus exigencias tecnológicas.
Un año se ha pasado el hotel Meliá habilitando una sala de prensa para los periodistas nipones que venían a cubrir la cumbre de APEC, debido a la complejidad de sus necesidades, según recordó Aguilar.
GRATA IMPRESIÓN. Pero, al parecer, todos los esfuerzos de nuestros hoteleros valieron la pena.
El presidente de la Sociedad de Hoteles del Perú, José Koechlin, aseguró haber recibido las mejores expresiones de los visitantes hacia nuestro país.
Señaló que muchos han afirmado que esta ha sido la mejor cumbre de todas, por la recepción recibida, así como la actitud de los peruanos.
Uno de los visitantes que se expresó de esa manera, según Koechlin, fue alguien cercano al sultán de Brunei, Hassanal Bolkiah, uno de los hombres más adinerados del mundo.
“Lo que nos diferencia es la actitud, porque los peruanos somos cordiales, amables y amistosos y eso se ha sentido en los hoteles, en calles y reuniones. El gran ganador es el Perú y su turismo, porque muchos han expresado ya su deseo de regresar con sus familias y otros se quedarán después del APEC para visitar el interior del país”, comentó.
Mientras tanto, centenas de miembros de las comitivas visitaron algunos atractivos turísticos de la capital. Los sitios preferidos por los visitantes fueron la Plaza Mayor y sus alrededores, como el Parque de la Muralla, el jirón de la Unión y la iglesia San Francisco. Las más entusiastas y numerosas fueron las delegaciones asiáticas, en especial las de Corea y China, cuyos integrantes se divirtieron tomando innumerables fotos.