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Lobos marinos y pingüinos de Humboldt en el Callao

A tan solo una hora y media de Lima es posible ver lobos marinos, pingüinos de Humboldt y aves guaneras en estado natural. Aunque parezca difícil de creer, esto es una realidad gracias a los tours por las islas del Callao que están empezando a impulsar algunas empresas turísticas peruanas.

Hasta hace poco tiempo, la observación de esta rica fauna marina era accesible solo para unos pocos privilegiados, como los pescadores que realizan sus faenas mar adentro y los adinerados dueños de yates y pequeñas embarcaciones de recreo.

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Ahora, sin embargo, las cosas han cambiado gracias a la visión de los empresarios turísticos que vieron la oportunidad frente a sus ojos y no dudaron en aprovecharla, implementando este recorrido. Es así que ahora cualquiera que pueda pagar el precio del tour –el cual es bastante razonable, en promedio- podrá disfrutar de esta joya escondida que nos ofrece el mar del primer puerto.

Para empezar la travesía a este paraíso marino primero debemos abordar una de las embarcaciones que parten desde el Muelle de Guerra del Callao, ubicado en la Plaza Grau, previa coordinación para saber los horarios de salida y precios.

Nosotros abordamos el catamarán Spondyllus, una cómoda embarcación con capacidad para 90 pasajeros que cuenta con primer y segundo piso; nave que será la encargada de develarnos el secreto mejor guardado de las islas chalacas: una colonia de casi 4 mil lobos marinos y un numeroso grupo de pingüinos de Humboldt.

Tras colocarnos los chalecos salvavidas color naranja fosforescente -los cuales son obligatorios llevar puestos durante todo el viaje- y echarnos un poco de bloqueador para protegernos del sol, el barco empieza a surcar las aguas del Callao y se aleja del muelle.

Desde la nave vemos pasar el barrio de Chuchito, que ahora se ha convertido en todo un atractivo turístico por sus casas pintadas al estilo del barrio de ‘La Boca’ de Argentina. Aunque la neblina nos dificulta un poco la vista, también divisamos el submarino Abtao, anclado cerca del muelle, el cual ahora es un visitado museo de sitio.

Nuestro catamarán continúa su recorrido mar adentro y uno de los primeros lugares hasta donde llegamos es ‘El Camotal’, una zona cubierta de agua hasta donde llegaba La Punta antes del terremoto del 28 de octubre de 1746. Este lugar tiene poca profundidad y en sus aguas estaría sumergida parte de la desaparecida ciudad.

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Siguiendo con la travesía, divisamos la Isla San Lorenzo, lugar que en el siglo XVII era usado por los piratas como su base de operaciones para asaltar las embarcaciones que salían del puerto del Callao. Aquí llama la atención una bonita casa de playa rodeada de palmeras que se le asigna al mandatario de turno como lugar de veraneo.

Nuestra nave continúa surcando el mar de Grau y la niebla se despeja para dejarnos ver la Isla El Frontón, donde hace más de 20 años funcionaba un centro penitenciario que albergaba a los delincuentes más avezados. Aún se pueden ver allí los restos de las paredes y edificaciones destruidas por el violento develamiento del famoso motín de 1986, las cuales se han convertido ahora en refugio y lugares de anidación de aves guaneras.

Dejamos atrás los restos del pasado y nos dirigimos al hogar de los lobos marinos, las Islas Palomino. El viaje se empieza a poner un poco movido por las olas y algunos pasajeros que nos acompañan se marean. Un poco de algodón con alcohol sirve para ahuyentar las nauseas.

Unos minutos después un fuerte olor a guano y las cabezas negras de estos mamíferos marinos entrando y saliendo del agua nos dan la bienvenida a la isla, donde cientos de estos ejemplares descansan en las rocas.

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Cuando el Spondyllus se acerca más, algunos lobos, que pesan unos 300 kilos en promedio, se lanzan al mar y nadan cerca de la embarcación. Aprovechamos para tomar fotos, al igual que todos los demás. Increíblemente algunos de los pesados lobos están en la cima de la escarpada isla, a unos 40 metros de altura.

Debido a que esta no es un área protegida, como la Reserva de Paracas, algunos tours permiten a los turistas entrar al agua y nadar junto a estos animales usando trajes de neopreno especiales y aletas, tal como lo pudimos comprobar viendo a otra nave que estaba en el lugar.

Sin embargo, nuestra guía, nos dice que ellos no permiten nadar con los lobos por dos razones: “Primero, por seguridad, pues pese a que es rarísimo que estos animales ataquen a las personas, la posibilidad se encuentra allí”. Y ellos prefieren no arriesgar a los pasajeros, ya que, finalmente, estos son animales salvajes. En segundo lugar, porque ellos buscan no afectar el ecosistema de los lobos y no estresarlos con la intervención directa en su hábitat natural.

Los lobos continúan con su rutina, entrando y saliendo del agua, emitiendo fuertes sonidos guturales como gruñidos o aullidos, sin preocuparse por nuestra presencia y los flashes de las cámaras. Un espectáculo similar al que se puede ver en las Islas Ballestas en Ica, pero a solo minutos de Lima.

Tenemos que seguir con el tour y ahora vemos por la parte trasera de la Isla San Lorenzo. Allí debemos ver a la colonia de pingüinos de Humboldt, animales que están en peligro de extinción. No obstante, el clima nos juega una mala pasada y el mar se pone un poco bravo por la zona. Por eso no podemos acercarnos mucho y solo podemos divisar a los “pájaros niño” desde lejos y entre la neblina.

Sin duda esta nueva ruta turística promete convertirse en uno de los mejores atractivos para los visitantes del Callao y para los turistas extranjeros, pues en tan solo 3 horas de recorrido podrá conocer parte de la historia de nuestro primer puerto, además de disfrutar de las maravillas de la fauna marina que encierran sus islas.