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Desde Chachapoyas a Cajamarca, travesía por el norte

El viaje entre Chachapoyas y Cajamarca es la experiencia de los valles interandinos que cruzamos a lo largo de 325 kilómetros que separan ambas ciudades. Unos valles, separados por tres abras que forman paisajes de vértigo, poblados por comunidades y naturalezas radicalmente diferentes.

VERDE Y FRONDOSO
Salimos de Chachapoyas y recorremos una ceja de selva paralela al río Utcubamba atravesado por puentes de piedras, en cuyas orillas hay pequeños pueblos de ganaderos y agricultores como Ubilón, Revash, Yerbabuena y Samanga. Sobresalen por encima de todos el poblado de Leymebamba que se encuentra a 80 kilómetros de Chachapoyas. En su plaza destacan una iglesia de piedra, la tienda de textiles de AMAL y sus calles de casas blancas y balcones de madera. En Leymebamba se encuentra el museo en el que se exhiben momias, instrumentos musicales, útiles de cocina y sarcófagos de la cultura Chachapoyas, hallados en la laguna de Los Cóndores, ubicada a unas 10 horas de caminata en el corazón del bosque de nubes.

Las inclemencias del clima y el saqueo que sufrieron las más de 200 momias encontradas en esa laguna fueron las razones por las que los arqueólogos decidieron mudar la riqueza arqueológica al museo actual.

A medida que ascendemos, la vegetación se hace más rala y baja, y para no olvidarnos de estos bosques, poco antes del primer abra, aparecen manchones de palmeras en las laderas de los cerros. Un tipo de palmera único en el Perú y que llega a vivir en alturas cercanas a los cuatro mil metros.

SECO Y ÁRIDO
El verde casi se termina en el abra y durante el inicio del descenso y en las estrechas cuencas que forman las quebradas; al final de esta primera y gran bajada aparecen unas cuencas llenas de mangos brillantes, árboles frutales, caña de azúcar y maíz. Salvo eso, todo el resto es un amplio valle seco, árido y desértico rodeado de montañas peladas donde, mucho más abajo, empieza a asomar el río Marañón.

Pasamos Chacanto y cruzamos el puente del mismo nombre, que nos lleva a una larga subida sobre un enorme valle que, como un gigantesco cráter, está rodeado de montañas y cubierto de pequeñas comunidades.

La subida es la experiencia de la altura, porque en cualquier punto del camino puedes asomarte y ver los precipicios que te ofrecen la sensación de estar volando sobre las nubes.

MARRÓN OSCURO
Celendín nos recibe con esa arquitectura surrealista que a veces encontramos en las provincias peruanas. Sobre el cartel que dice “Clínica dental” y “Peluquería” aparece una gigantesca boca llena de dientes con forma de sonrisa congelada y poco después un inmenso sombrero blanco de cemento protege a los lugareños del sol serrano en la plaza del pueblo.

Celendín, a unos 230 km de Chachapoyas, es la ciudad a la que llegamos tras cruzar el segundo abra de 3.100 m. Es la localidad más importante de toda la ruta y su diseño, hecho con regla y compás, hizo que su arquitectura sea reconocida por la exactitud y regularidad de sus calles, por lo que se la compara con el tablero de un ajedrez.

Nos encontramos a poco más de 100 kilómetros de Cajamarca en un abra de 3.800 metros, el punto más alto de nuestro recorrido. Los valles que cruzamos en esta parte del viaje, antes de Cajamarca, nos muestran amplias extensiones de pastos cubiertos de vacas y cultivos de maíz, cerros y montes de color marrón oscuro por su rica tierra.

Cajamarca nos recibe tras un reconfortante viaje por las profundidades del Perú, donde hemos encontrado gente orgullosa y amable que ocupa hermosos valles de todos los colores y que, todavía, pocos conocen.

Allá vamos
Cómo llegar: 325 kilómetros que se hacen entre 8 y 10 horas en pista afirmada en buen estado. Se aconseja viajar en 4×4.

En Leymebamba: Museo: de lunes a domingo de 10 a.m. a 4 p.m. Tf: (01) 2614-422. Correo: soniaguillen@gmail.com. El museo tiene hospedaje: www.centromallqui.org.pe

Hospedajes: En Chachapoyas: www.casa-andina.com En Cajamarca: www.lagunaseca.com.pe





Por: Iñigo Maneiro Labayen – Vamos!