Enormes guardianes cubiertos por armaduras de roca vigilan el largo desfiladero para ingresar a Waqra Pukara. Las moles se elevan cientos de metros sobre insondables abismos y sobre las minúsculas cabezas de los caminantes que, en ese momento, solo pueden sentirse como hormigas a punto de ser aplastadas. Cada uno de sus minúsculos pasos rompe un silencio que parece haber durado miles de años.
En la mañana se ha desayunado cau cau con trucha frita en el mercado de Acomayo, ubicado a un costado de la iglesia Virgen de la Natividad, en la plaza principal de la capital de la provincia de Acomayo, una de las trece que conforman el Cusco. Sin esa energía ninguno podría haber logrado culminar la travesía. De allí partimos a Huayqui por un camino que tiene increíbles vistas de Acos, el pueblo de la cacique Tomata Tito Condemayta, y Pillpinto, el pueblo de los hombres valientes. De Huayqui hay que atravesar dos montañas que parecen eternas.
Qué ver en Huaca Pukara
La cima de Waqra Pukara se esconde en un paisaje de sepias donde repuntan afiladas formaciones rocosas que deben haber sido los torreones de los ccanchis dirigidos por Tito Cosñipa en la revuelta contra el inca Huayna Capac. Cuenta el maestro Luis Pardo que los ccanchis se rebelaron ante la decisión de Huayna Capac de aumentar los tributos en tejido, ya que los soldados incaicos pronto saldrían en campaña hacia el reino de los sciris (Ecuador). Ese mandato resintió a los ccanchis que eligieron como caudillo a Tito Cosñipa quien intentó, en vano, negociar con el inca. Agotada la diplomacia los ccanchis se enfrentaron a los incas en la batalla de Phiñaipampa y, los sobrevivientes, se refugiaron en Waqrapukara. Tras meses de asedio, se rindieron ante Huayna Capac quien, en vez de castigar a Tito Cosñipa, lo casó con una ñusta y lo incorporó al ejército que se dirigía al norte.
Luego de pasar entre los guardianes de piedra que cuidan el lugar se observa, por primera vez, los dos cuernos que coronan el complejo -waqra significa cuerno en quechua- y semejan una corona de dos puntas. Solo en ese momento se toma conciencia de que Waqrapukara es la punta de una montaña que llega con sus largos brazos hasta orillas del cañón del río Apurímac que, a esa altura, parece una delgada cicatriz. No lejos de allí, bajo otro farallón que desafía a la gravedad, están las pinturas rupestres de Llamajpinta. A partir de este punto el viajero ve crecer Waqrapukara y empieza a distinguir que la montaña de roca está formada por ocho niveles de andenes que siguen los sinuosos contornos del apu.
Cada terraza está conectada por escaleras de roca que desafían al vacío. Los espacios de piedra muestran acabados de doble y triple jamba con vista a otros apus y a un horizonte de montañas que parecen gigantes dormidos. Allí se puede entender que Waqra Pukara no solo era una fortaleza sino un centro de control territorial y de contacto con las divinidades naturales.. Así como la primera vez que se observa Machu Picchu, es un momento en que la sabiduría de los incas deja sin aliento a cualquiera.
Cómo llegar a Huaca Pukara
Ir a Cusco por tierra (22 horas) o por aire (1h 20”). Tomar buses a Acomayo (Agencia El Zorro: 5to paradero de San Sebastián, altura del Instituto Tupac Amaru; S/8, 3h). En Acomayo tomar un “expreso” a Huayqui o Canti (taxi S/30). Puede alquilar caballo desde S/25. Lo mejor es caminar hasta el monumento (3 h aprox) y acampar allí hasta el día siguiente. Llevar carpas y ropa para altura ya que la temperatura en la noche puede llegar a bajo cero.