No hay barco, tanto un acorazado de guerra como un crucero de lujo, que por más grande que sea no quede minimizado por el tamaño del océano. Sin embargo, hay algunos que pueden hacer que el mar, con toda su inmensidad, desaparezca de pronto.
Esa sensación nos envolvió hace una semana cuando junto con otros 4 mil representantes de prensa y agentes de viajes de todo el mundo abordamos el Oasis of the Seas, una monumental ballena blanca de la cual, a diferencia del bíblico Jonás, nunca quisimos ser expulsados. Y si las sirenas de Homero atrapaban a los navegantes con sus cantos para que estos se hundieran en las aguas, a bordo del más lujoso integrante de la cadena Royal Caribbean las sirenas nos obligan a permanecer aferrados a sus instalaciones y casi ni miramos los dominios de Poseidón.
UNIVERSO PARALELO
Apenas suba la escalinata del Oasis usted empezará a olvidarse del mar. El Royal Promenade, el corredor principal, le da la bienvenida a este singular universo dividido en cubiertas. En esta, la cubierta 5, destacan, junto con caídas de agua, juegos de luces y autos de lujo, cafés al estilo europeo, bares latinos, pizzerías neoyorquinas y una serie de locales en donde puede pedir sin costo alguno un champán, una cerveza o una margarita para así empezar a disfrutar de la filosofía de la ociosidad, aquella que lleva a descubrir cómo han ganado estatura los japoneses, que las francesas siempre quieren aprender “una poquito de español” o pensar cuándo pasearán por Lima las parejas gay con la libertad que lo hacen aquí.
Si el bullicio es demasiado, en la cubierta 8 lo espera el Central Park, un inmenso bulevar con árboles y plantas naturales en un ecosistema especialmente diseñado para el navío. A ambos lados se encuentran los mejores restaurantes del crucero.
Las sorpresas continúan al descubrir un tiovivo en medio de la cubierta 6. Debería ser la zona infantil, pero más de un adulto trepa a los caballos. Detrás de esta calesita nos topamos de vuelta con un viejo conocido al que habíamos dejado de lado: el mar. Entonces nos preguntamos dónde quedó Fort Lauderdale, el puerto en el que abordamos el Oasis, y nos damos cuenta de que ni siquiera nos percatamos cuando el barco zarpó. Sin hallar respuesta, nuestra atención se la roba la enorme pared de escalada en roca, el Acqua Teather donde se zambullen intrépidos clavadistas y personas que cruzan el cielo a través de un cable de acero. Quedan más cubiertas por descubrir, así que cogemos un ascensor y volvemos a olvidarnos del mar.
AGUA PARA TODOS
Al llegar a la cubierta 15 existe todo un mundo acuático que ya sin descaro busca competir con el océano: albercas para niños, jacuzzis para parejas e incluso piscinas para surfear. A estas alturas —emulando el tema de Mecano— el mar debe estar loco de celos. Solo le queda una carta y esa sí es imbatible. El atardecer. En la cubierta 15 o al interior de alguno de los bares o restaurantes de grandes ventanales de la cubierta 17 el silencio se apodera del crucero por unos 30 minutos. Y tras cumplir con el culto a la naturaleza, la noche hace volver a los pasajeros al estómago de la ballena, a la cubierta 4 donde se encuentra la pista de patinaje, en la que se lucen artistas rusos, ucranianos y belgas; al casino, que incluye seductores dialers virtuales; a los musicales al estilo Broadway en cualesquiera de los dos teatros; a las discotecas electrónicas donde las japonesas demuestran que no solo han ganado estatura, al bar de boleros, donde las francesas aprenden español y a moverse con ritmo, y a todo un paraíso nocturno que, aunque nadie lo note, está flotando en medio del mar.
MANOS PERUANAS
Para construir el Oasis of the Seas se invirtieron US$ 1.330 millones y en él trabajaron durante un período de tres años muchos ingenieros, arquitectos y diseñadores de varias partes del mundo, incluido nuestro país. La arquitecta peruana Daniella Camere Delfino estuvo en los astilleros de Finlandia como parte del Proyecto de Coordinación de Diseño Arquitectónico de sus diferentes áreas. Actualmente ella reside en Miami como gerente de Proyectos de Reacondicionamiento del crucero.
DATOS EXTRAS
El crucero pesa 225.000 toneladas, lo que equivale a cuatro veces más que el recordado Titanic.
El viaje inaugural del Oasis of the Seas será este 5 de diciembre. Partirá de Fort Lauderdale y recorrerá Nassau, St. Marteen. St. Thomas y Labadee, en Haití.
El barco tiene capacidad para más de 6.000 pasajeros y una tripulación de 2.100 personas de 71 naciones.
Por: Eduardo Lavado – Vamos!