Las paredes de piedra que antes sostenían tierra fértil, hoy solo sostienen arena que se escapa entre muros derruidos; como si una pesadilla nuclear hubiera aniquilado este puerto otrora rodeado de cultivos y almacén de todas las especies marinas que compartía la cochamama. Es un paisaje post atómico en el que se vislumbran dos cauces de ríos secos que desembocan en el complejo bautizado por Max Uhle como Quebrada de la Vaca o Waka, como proponen algunos (Chala, Caravelí, Arequipa). Desde el complejo -que hoy muchos conocen como Puerto Inka-se pueden ver las verdes faldas de las lomas de Atiquipa y no es difícil imaginarse que hace solo 500 años el pasto llegaba hasta la orilla del mar. Hoy el desierto ha cubierto las ruinas de la llaqta que, de lejos, parece un pez, parece una lagartija. Caminar cerca de los restos sirve para descubrir que hay cientos de huecos de forma cilíndrica que antes de ser trampas para intrusos, son depósitos forrados de piedra que contenían alimentos de los cuatro suyos.
En las peñas circundantes hay caídos edificios de piedra, hechos con la misma roca del lugar, y restos de andenería que hacen vislumbrar un pasado floreciente al nivel del mar. A la graciosa y tranquila playa de arena de Quebrada de la Waka llegaban pescadores de toda la zona trayendo peces y mariscos que solo el inca podía comer. Es una hondonada rodeada por farallones que infunden temor por sus dimensiones, pero también respeto porque han sido testigos del ascenso y caída de Quebrada de la Waka. Son los pururaucas que, así como en Waqra Pukara, siguen recibiendo a todos aquellos que quieran continuar el camino del Qhapaq Ñan.
Cómo llegar
Tomar el desvío en el km 610 de la Panamericana Sur. Caminar hacia la costa 45 minutos o 10 minutos en automóvil. Cerca del monumento hay un hotel.
Quebrada de la Vaca o Puerto Inka está a 15 minutos en carro de Chala (7 kilómetros).